Campesinas y "ronderos" se reunen en asambleas nocturnas bajo la gélida luna andina
Sorpresivamente el gobierno peruano decretó una prórroga por treinta días del "Estado de Emergencia" en Cajamarca. Treinta días en los que el ejecutivo de Humala tratará de impedir el desarrollo de nuevas movilizaciones por parte de la población opuesta al proyecto minero Conga.
En Celendín, escenario de la muerte a balazos de 4 pobladores, intentamos pulsar el estado de ánimo de la gente. Circulamos durante horas por una pista polvorienta, en construcción, camino de esta localidad cajamarquina de 15.000 habitantes. Hoy se cumple un mes justo del suceso y a la tarde se celebrará una misa multitudinaria por los fallecidos y heridos por la policía. Todos los balcones con crespones negros. Pintadas enormes de “Conga No Va” decoran las fachadas de las populares viviendas celendinas. Pese al estado de emergencia el oficio fúnebre acaba en la calle y cientos de personas toman pacíficamente la Plaza de Armas. Alto precio han pagado por defender la vida y el agua aquí en la montaña.
El "Estado de Emergencia" no ha traído mayor sosiego a la región. Calles tomadas por soldados y policías. Detenciones de periodistas, como Jorge Chávez, en Celendin, durante el desarrollo de su trabajo. Desapariciones de dirigentes ronderos campesinos, como Heriberto Cueva de la Cruz, arrancado de su casa en Pampa Verde, por un operativo de policías y personal de la minera, tras golpear a su familia.
El ambiente en la capital regional es febril. Frentes de Defensa, asociaciones y sindicatos se reúnen de urgencia para acordar la estrategia ante la nueva situación. El “Comando Único” que dirije la lucha considera medidas para romper el cerco impuesto por el "Estado de Emergencia", llevando la protesta al exterior de las provincias en suspensión democrática y extendiendo la movilización a otras regiones del país.
La prórroga del decreto de emergencia genera gran sensación de impotencia en sectores urbanos (“el gobierno se niega ferozmente a reconsiderar su postura y llevará a la región a la ruina total….”). Pero en las zonas rurales empuja a los ronderos (guardias campesinas) a radicalizar su postura ante la certeza de que la mina aboca a su comunidad y a la región a un desenlace fatal. Las asambleas nocturnas se multiplican en los poblados y el ambiente de reinicio de la lucha se respira en la alta sierra.
Especialmente ingrata resulta la situación de los “facilitadores” designados por la Iglesia. El obispo de Trujillo, Miguel Cabrejos, declaraba a los medios que era partidario de levantar el estado de emergencia y de reiniciar el diálogo, objetivo imposible este tras la prórroga gubernamental de la emergencia. La decisión gubernamental socava así la autoridad moral de la cúspide eclesiástica peruana.
Gregorio Santos, presidente regional de Cajamarca y alineado con la movilización popular, ya ha dejado bien claro que bajo el estado de excepcionalidad democrática no se platica. La tensión no cesa de crecer en Cajamarca.